7 Señales de Gastritis Infantil que Todo Padre Debe Reconocer para Acabar con el Dolor Abdominal

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소아 위염과 복통의 관계 - **Prompt 1: Comforting a Child with a Stomach Ache at Home**
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¿Hay algo más preocupante para un padre que ver a su hijo retorcerse de dolor, sin saber exactamente qué le pasa? ¡Uf, es una sensación que conozco demasiado bien y sé que muchísimos de ustedes también!

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Esas pequeñas barriguitas, tan llenas de energía y alegría, a veces nos dan sustos enormes con molestias que no entendemos del todo. Muchas veces pensamos en cosas leves, pero ¿y si es algo más?

En mi experiencia, y lo he visto en amigos y conocidos, el dolor abdominal en los niños es un tema recurrente en las consultas pediátricas. Recuerdo una vez con mi sobrino, ¡qué desesperación no saber cómo aliviarlo!

No es solo un simple dolor de tripa; a menudo, detrás de ese malestar se esconde una gastritis infantil que, aunque común, necesita de nuestra atención y conocimiento.

¿Sabías que los hábitos alimenticios actuales o incluso el estrés pueden influir más de lo que creemos en estos pequeños estómagos? Es un tema que me apasiona porque afecta directamente el bienestar de nuestros pequeños y nuestra propia tranquilidad.

Por eso, he investigado a fondo para traerles la información más útil y actualizada sobre la gastritis y el dolor de barriga en los peques. Vamos a descubrir con precisión cómo identificarlos, qué hacer y cómo prevenir que estos dolores se conviertan en un problema mayor.

¡Aquí te lo explicaré con todo detalle! ¿Hay algo más preocupante para un padre que ver a su hijo retorcerse de dolor, sin saber exactamente qué le pasa?

¡Uf, es una sensación que conozco demasiado bien y sé que muchísimos de ustedes también! Esas pequeñas barriguitas, tan llenas de energía y alegría, a veces nos dan sustos enormes con molestias que no entendemos del todo.

Muchas veces pensamos en cosas leves, pero ¿y si es algo más? En mi experiencia, y lo he visto en amigos y conocidos, el dolor abdominal en los niños es un tema recurrente en las consultas pediátricas.

Recuerdo una vez con mi sobrino, ¡qué desesperación no saber cómo aliviarlo! No es solo un simple dolor de tripa; a menudo, detrás de ese malestar se esconde una gastritis infantil que, aunque común, necesita de nuestra atención y conocimiento.

¿Sabías que los hábitos alimenticios actuales, como el consumo excesivo de alimentos procesados, grasos o picantes, e incluso el estrés, pueden influir más de lo que creemos en estos pequeños estómagos?

Es un tema que me apasiona porque afecta directamente el bienestar de nuestros pequeños y nuestra propia tranquilidad. Por eso, he investigado a fondo para traerles la información más útil y actualizada sobre la gastritis y el dolor de barriga en los peques.

Vamos a descubrir con precisión cómo identificarlos, qué hacer y cómo prevenir que estos dolores se conviertan en un problema mayor. ¡Aquí te lo explicaré con todo detalle!

Desentrañando el misterio: ¿Es solo un dolor o algo más?

Cuando un niño se queja de “dolor de tripa”, la primera reacción es pensar en algo pasajero, un simple retortijón o quizás algo que comió. ¡Y es que, con la cantidad de cosas que prueban y experimentan, es lo más normal del mundo!

Pero, en mi experiencia, y como madre, sé que ese instinto a veces nos grita que hay algo más. No todos los dolores de barriga son iguales, y aprender a distinguir entre un malestar leve y algo que podría ser una gastritis infantil es crucial para actuar a tiempo.

Recuerdo perfectamente una tarde con mi vecina; su pequeña, que siempre estaba saltando y riendo, de repente se quedó pálida, con la mano en el estómago, y lo que parecía un simple dolor terminó siendo un principio de gastritis por una infección.

Fue un susto, pero nos enseñó la importancia de no subestimar las señales. Es como si el cuerpo de nuestros peques tuviera un lenguaje propio, y como padres, nuestro trabajo es aprender a interpretarlo.

¿O no les parece?

Las señales de alarma que no podemos ignorar.

A veces el dolor es sordo, otras veces punzante, y puede venir acompañado de otros síntomas que son como piezas de un rompecabezas. Si tu hijo, además del dolor, empieza con vómitos frecuentes, especialmente si son de alimentos no digeridos o bilis, o si tiene náuseas constantes que le impiden comer, ¡ojo!

Eso no es un simple malestar. Otra señal importante es la pérdida de apetito significativa y sin motivo aparente, o incluso si notes que el niño ha bajado de peso.

Imagínate que un día tu pequeño, que devoraba todo, de repente no quiere ni probar su comida favorita. Eso ya te da un indicio. La fiebre, el cansancio extremo o la diarrea persistente también son campanitas que nos avisan de que algo más serio podría estar ocurriendo.

Personalmente, cuando veo que mi sobrina, que es un torbellino, se queda decaída en el sofá sin ganas de jugar, ya sé que algo no va bien. Hay que estar atentas a esos cambios en su comportamiento habitual.

Cuándo la preocupación se vuelve acción.

No siempre hay que correr al médico, ¡claro que no! A veces un poco de reposo, un caldito suave y mucho cariño obran milagros. Pero, ¿cuándo es el momento de decir “esto no se arregla en casa”?

Si el dolor abdominal es tan intenso que no permite al niño dormir o realizar sus actividades cotidianas, si dura más de 24-48 horas sin mejorar, o si se asocia a rigidez abdominal, sangre en las heces o en el vómito, o una fiebre muy alta, ¡entonces hay que ir al pediatra sí o sí!

No es por alarmar, es por precaución. Es mejor ir y que te digan que todo está bien, a quedarte en casa con la incertidumbre. Recuerdo una vez, mi amiga dudó en llevar a su hijo al médico por un dolor que no remitía, y al final resultó ser una apendicitis.

No quiero que se alarmen, pero sí que confíen en su intuición. Si sienten que algo no está bien, hagan caso a esa voz interna.

Más allá de la dieta: Los factores ocultos de la gastritis infantil.

Solemos culpar a la comida cuando de dolores de barriga se trata, ¿verdad? ¡Y es que muchas veces es así! Pero, la verdad es que la gastritis en los niños, ese proceso inflamatorio de la mucosa del estómago, tiene muchísimos “culpables” que van más allá de lo que se sirve en el plato.

A veces, la vida moderna, con su ritmo frenético y sus presiones, también pasa factura a los más pequeños. Mis amigas, que son unas madres todoterreno, a menudo me cuentan cómo notan que sus hijos, ante un examen importante o una situación de cambio en casa, empiezan con molestias estomacales.

Es una conexión que a veces nos cuesta ver, pero que está ahí, ¡tan real como la vida misma! Es como si el estómago fuera el segundo cerebro de nuestros peques, ¿no creen?

Y todo lo que les afecta emocionalmente, se refleja ahí.

El impacto del estrés en las barriguitas.

¿Estrés en niños? ¡Pues sí, amigas! Aunque nos cueste creerlo, los pequeños también se estresan.

La presión escolar, problemas con amigos, cambios familiares como una mudanza o el nacimiento de un hermano, incluso ver a los padres discutir, todo eso puede generarles una tensión que se manifiesta físicamente.

Cuando un niño está estresado, su cuerpo libera hormonas que pueden alterar la digestión, aumentar la producción de ácido estomacal y, finalmente, inflamar la mucosa.

Es un círculo vicioso. He visto a mi sobrina, que es bastante sensible, con dolores de estómago recurrentes justo en épocas de exámenes. Una vez, incluso el pediatra nos dijo que gran parte de su malestar venía por la ansiedad.

Es fundamental que aprendamos a detectar estos signos de estrés en ellos y les brindemos un ambiente de calma y seguridad, porque un pequeño tranquilo tiene un estómago más feliz.

Microorganismos traviesos: Helicobacter Pylori y compañía.

Y como si el estrés no fuera suficiente, también tenemos a los pequeños invasores: las bacterias y virus. La más conocida en el ámbito de la gastritis es la famosa *Helicobacter Pylori*.

Esta bacteria es muy común y puede vivir en el estómago de muchas personas sin causar problemas, ¡pero en otras sí! Puede ser responsable de inflamar la mucosa, causando gastritis e incluso úlceras.

A veces, la infección se contrae en la infancia y se arrastra durante años. Recuerdo un caso en mi comunidad donde varios niños de una guardería tuvieron un brote de gastroenteritis viral que, en algunos, evolucionó a una gastritis aguda.

Además de esta bacteria, otras infecciones virales o bacterianas (como las que causan gastroenteritis) pueden dejar el estómago sensible y propenso a la inflamación.

Por eso, la higiene es tan importante: lavarse bien las manos, consumir agua potable y alimentos bien cocidos son nuestros mejores aliados contra estos microorganismos.

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Mi experiencia en la cocina: Alimentos que alivian y los que irritan.

Como buena madre y tía, y después de muchos años de ensayo y error, he aprendido que lo que les damos de comer a nuestros hijos es, sin duda, una de las claves para mantener sus barriguitas felices, especialmente si son propensos a la gastritis.

Después de varias visitas al pediatra y de ver cómo ciertos alimentos actuaban casi como veneno para mi sobrino cuando tenía su estómago delicado, he desarrollado una especie de “lista negra” y una “lista dorada” en mi cocina.

No es una dieta estricta, ¡que nadie se asuste! Es más bien una guía basada en la observación y en lo que mi experiencia me ha dicho que funciona. Es increíble cómo un pequeño cambio en la alimentación puede hacer una diferencia gigantesca en la comodidad y el estado de ánimo de un niño.

Un menú “amigable” para el estómago sensible.

Cuando el estómago de un niño está irritado, lo que necesita es descanso y alimentos que no lo fuercen a trabajar de más. Piensen en alimentos suaves, de fácil digestión, casi como un abrazo para el intestino.

El arroz blanco, por ejemplo, es un básico; cocido, sin grasas, es perfecto. Las patatas cocidas o en puré, sin lácteos ni mantequilla en exceso, también son excelentes.

Las zanahorias cocidas, el pollo o el pescado blanco a la plancha o cocido, sin piel y sin mucha sal, son fuentes de proteína que no irritan. Las frutas como la manzana cocida o asada, el plátano maduro y las peras también suelen ser bien toleradas.

En mi casa, cuando alguien está mal del estómago, el caldo de verduras casero, bien clarito y sin grasas, es nuestro salvavidas. Y no olvidemos la hidratación: agua, agua y más agua.

Lo que definitivamente debemos evitar.

Ahora, la otra cara de la moneda: lo que hay que apartar de la vista, al menos durante un tiempo. Los alimentos muy grasos o fritos son los primeros en la lista, ¡son una bomba para un estómago inflamado!

También hay que decir adiós a los picantes, las especias fuertes y los alimentos muy ácidos como algunos cítricos o el tomate crudo, que pueden irritar aún más la mucosa.

Los refrescos carbonatados, con todo su azúcar y burbujas, son un gran no. El chocolate, el café y los alimentos con mucha cafeína también deben evitarse, ya que pueden aumentar la producción de ácido.

Y, aunque cueste, los embutidos, las carnes rojas muy procesadas y los dulces industriales están llenos de ingredientes que hacen trabajar el doble al estómago.

Les pongo una pequeña tabla para que lo tengan más claro, ¡espero que les sirva tanto como a mí!

Alimentos recomendados Alimentos a evitar
Arroz blanco, patatas cocidas, zanahorias Alimentos fritos, grasos, picantes
Pollo o pescado blanco a la plancha Cítricos, tomate crudo, alimentos ácidos
Manzana asada, plátano, pera Refrescos, chocolate, café
Caldo de verduras, agua Embutidos, dulces industriales

Remedios caseros de la abuela y cuidados esenciales en casa.

A veces, lo más efectivo y reconfortante para un niño con dolor de barriga es el calor de casa y esos trucos que pasaron de generación en generación. ¡Mi abuela era una enciclopedia de remedios caseros!

Y aunque siempre, siempre, recomiendo consultar al médico ante cualquier duda, hay cositas que podemos hacer en casa para aliviar las molestias leves y acompañar el proceso de recuperación.

Son esas pequeñas atenciones que demuestran nuestro amor y que, a menudo, son tan curativas como cualquier medicina. No es magia, es sentido común y mucho cariño.

¿A quién no le gusta un apapacho cuando se siente mal?

Infusiones que calman y el poder del descanso.

Una de las cosas que mejor funcionan, y mi abuela lo sabía muy bien, son las infusiones suaves. La manzanilla, por ejemplo, es fantástica; tiene propiedades antiinflamatorias y relajantes que pueden calmar el estómago y ayudar a un niño a conciliar el sueño.

La infusión de jengibre, en poca cantidad y muy suave, también puede ayudar con las náuseas. Y la menta poleo, aunque algunos dicen que es más para adultos, en dosis muy pequeñas y bien diluida puede aliviar los espasmos.

Pero más allá de las infusiones, ¡el descanso es oro! Un niño con dolor necesita recargar energías. Un ambiente tranquilo, una cama cómoda y sin presiones para jugar o estudiar, eso es vital.

He notado que cuando mi sobrina duerme lo suficiente, su recuperación es mucho más rápida y su ánimo mejora considerablemente.

Pequeños gestos que marcan una gran diferencia.

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Además del descanso y las infusiones, hay otros gestos simples pero efectivos. Una bolsa de agua caliente o un paño tibio sobre el abdomen puede aliviar los calambres y relajar los músculos.

¡Es un alivio instantáneo! Asegúrense de que no esté demasiado caliente para evitar quemaduras, claro. También es importante ofrecerles comidas pequeñas y frecuentes en lugar de tres comidas grandes, para no sobrecargar el estómago.

Y, por supuesto, la hidratación constante con pequeños sorbos de agua a lo largo del día. Algo que a veces olvidamos es la importancia de la higiene: lavarse las manos frecuentemente para evitar más infecciones y mantener un ambiente limpio.

Mi amiga siempre dice que un baño tibio y una buena noche de sueño son sus “medicamentos” favoritos cuando sus hijos están indispuestos, ¡y no le falta razón!

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La importancia del diagnóstico y el papel del pediatra.

Por mucho que investiguemos en internet, leamos blogs como el mío o le preguntemos a la abuela, hay una figura insustituible cuando se trata de la salud de nuestros hijos: el pediatra.

Él o ella es el experto, el que tiene la formación y la experiencia para saber exactamente qué está pasando en esas pequeñas barriguitas. Confiar en el pediatra no es una opción, ¡es una necesidad!

Y es que la gastritis, aunque común, puede tener diversas causas y necesita un enfoque individualizado. Recuerdo la primera vez que fui con mi sobrino por un dolor persistente; me sentía abrumada por la información y solo el pediatra pudo darnos la tranquilidad y el camino a seguir.

¿Qué esperar en la consulta?

Cuando lleven a su hijo al pediatra por dolor abdominal, prepárense para contar con detalle todo lo que ha sucedido. El médico les preguntará sobre la frecuencia, intensidad y localización del dolor, si hay vómitos, diarrea, fiebre, cambios en el apetito o el peso, y cualquier otro síntoma que hayan observado.

También querrá saber sobre la dieta reciente del niño, si ha habido situaciones de estrés en casa o en la escuela, y si ha estado en contacto con personas enfermas.

Es probable que haga una exploración física, palpando suavemente el abdomen del niño. En algunos casos, si sospecha una gastritis o alguna otra condición, podría pedir exámenes adicionales como análisis de sangre, pruebas de heces para buscar infecciones o parásitos, o incluso una prueba para detectar la bacteria *Helicobacter Pylori*.

No se asusten, estos son pasos necesarios para un diagnóstico preciso.

Tratamientos y cuándo medicar.

Una vez que el pediatra ha diagnosticado la causa del dolor abdominal o la gastritis, establecerá un plan de tratamiento. Este puede variar desde cambios en la dieta y recomendaciones de cuidados en casa, hasta la prescripción de medicamentos.

Si la gastritis es causada por *Helicobacter Pylori*, por ejemplo, se recetará un tratamiento con antibióticos específicos. Si hay un exceso de ácido, podría indicar antiácidos o medicamentos que reducen la producción de ácido.

Para las náuseas y vómitos, existen medicamentos que pueden aliviar estos síntomas. Es crucial seguir al pie de la letra las indicaciones del médico, no automedicar al niño y completar cualquier ciclo de tratamiento que se le asigne, incluso si el niño parece sentirse mejor.

La clave está en la constancia y en la comunicación abierta con el pediatra para que el niño se recupere completamente.

Prevención es amor: Hábitos saludables para estómagos felices.

Dicen que prevenir es mejor que curar, y en el caso de la gastritis infantil y los dolores de barriga, ¡no podría estar más de acuerdo! Como mamás y papás, nuestro mayor deseo es ver a nuestros hijos sanos y llenos de energía.

Y la buena noticia es que hay muchísimas cosas que podemos hacer en nuestro día a día para fortalecer su sistema digestivo y evitar esos sustos. No se trata de vivir en un estado de alerta constante, sino de establecer hábitos saludables que, de forma natural, protejan sus pequeñas barriguitas.

Mi experiencia me dice que la coherencia es la clave; no se trata de hacer un cambio drástico de un día para otro, sino de construir una base sólida poco a poco.

La rutina alimentaria como escudo protector.

Una alimentación variada y equilibrada es el pilar fundamental. Esto significa muchas frutas y verduras frescas, cereales integrales, proteínas magras y lácteos, todo en su justa medida.

Intenten evitar los alimentos ultraprocesados, el exceso de azúcar, las grasas saturadas y los fritos de forma regular. Sé que es difícil porque a los niños les encantan las “chuches”, pero podemos ofrecer alternativas más saludables.

También es crucial establecer horarios fijos para las comidas y los tentempiés, evitando que pasen muchas horas sin comer o que coman demasiado de golpe.

Y algo súper importante: ¡masticar bien! Enséñenles a tomarse su tiempo para comer, disfrutando cada bocado. Mi tía siempre insistía en que la digestión empieza en la boca, y ¡cuánta razón tenía!

Una buena hidratación también es esencial; el agua es la mejor bebida para su estómago y para todo su cuerpo.

Gestionando las emociones: El bienestar integral.

Como ya les comenté, el estrés es un factor importante en la salud digestiva. Por eso, crear un ambiente familiar tranquilo y seguro es tan vital como la comida que les damos.

Fomenten la comunicación abierta, dejen que sus hijos expresen sus miedos y preocupaciones. A veces, un simple “cuéntame qué te pasa” puede hacer maravillas.

También es importante que los niños tengan tiempo para jugar, descansar y relajarse, lejos de pantallas y actividades excesivamente estructuradas. Una buena calidad de sueño es fundamental para que su cuerpo y su mente se recuperen.

Y, por supuesto, la higiene personal, especialmente el lavado de manos frecuente, es nuestro primer y mejor defensa contra muchas infecciones que pueden terminar en problemas estomacales.

Al cuidar su bienestar emocional y físico de manera integral, estamos construyendo una base sólida para que sus estómagos estén felices y sanos.

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Mitos y verdades sobre el dolor de barriga en niños.

¡Ay, los mitos! En el mundo de la crianza, están a la orden del día, ¿verdad? Y el dolor de barriga en niños no es la excepción.

He escuchado de todo, desde que un susto repentino causa gastritis, hasta que “se le pasará solo” sin hacer nada. Como madres y padres, a veces es difícil saber qué creer y qué no, especialmente cuando estamos preocupados.

Pero como una buena “investigadora” para mi blog, me he dedicado a desentrañar un poco la verdad de la ficción para que ustedes tengan la información más clara y actual posible.

Porque estar bien informados es tener poder para cuidar mejor a nuestros peques.

Desmontando creencias populares.

Uno de los mitos más extendidos es que el dolor de barriga es “normal” y no hay que darle mucha importancia. ¡Error! Si bien es común, un dolor persistente o muy intenso *nunca* debe ser ignorado.

Otro mito es que solo la comida chatarra causa gastritis. Aunque es un factor importante, como ya vimos, el estrés, las infecciones y otros factores también influyen.

También hay quien cree que todos los dolores de barriga se curan con un jarabe genérico; esto es peligroso, ya que el tratamiento debe ser específico para la causa del dolor.

Y el famoso “sustos se quitan con un té de orégano”, aunque las infusiones pueden aliviar, no curan una gastritis bacteriana o una apendicitis. No se dejen llevar por atajos o soluciones mágicas.

La salud de nuestros hijos es algo serio.

Lo que la ciencia nos dice hoy.

La ciencia y la medicina moderna nos han dado herramientas y conocimientos impresionantes. Hoy sabemos con certeza que la *Helicobacter Pylori* es una causa importante de gastritis y úlceras en niños y adultos, y que se puede diagnosticar y tratar eficazmente.

También entendemos mejor la conexión entre el cerebro y el intestino, lo que subraya la importancia de gestionar el estrés y las emociones en los niños.

Los avances en dietética nos permiten identificar mejor los alimentos que inflaman y los que calman. La evidencia científica nos dice que un diagnóstico temprano por parte de un pediatra es crucial para evitar complicaciones y asegurar una recuperación completa.

Así que, aunque los remedios caseros tienen su lugar para aliviar síntomas leves y temporales, siempre debemos apoyarnos en la ciencia y en el criterio médico cuando la situación lo amerite.

¡Nuestros hijos merecen lo mejor y la información precisa es parte de ello!

Para Concluir

¡Y con esto llegamos al final de nuestro recorrido por el fascinante y a veces preocupante mundo de los dolores de barriga en nuestros pequeños! Espero de corazón que todas estas vivencias, consejos y desmitificaciones les sean de gran utilidad. Como les decía al principio, la intuición de una madre o un padre es una herramienta poderosísima; escúchenla, confíen en ella, pero siempre, siempre, apóyenla con la sabiduría de los profesionales y la información correcta. Ver a nuestros hijos sanos y felices es nuestra mayor recompensa, y cuidar sus pequeñas barriguitas es una parte fundamental de esa hermosa tarea. ¡Recuerden que no están solas en esto y que cada día aprendemos un poquito más juntos!

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Información Útil que Debes Conocer

Aquí les dejo algunos puntos clave que, desde mi experiencia, considero que toda madre y padre deberían tener siempre presentes. Son pequeños recordatorios que pueden hacer una gran diferencia en esos momentos de incertidumbre:

1. Observa los Patrones: Intenta identificar cuándo aparece el dolor, qué lo mejora o empeora, y si hay otros síntomas asociados. Un “diario de barriga” puede ser útil para compartir con el pediatra.

2. Hidratación Constante: El agua es el mejor amigo del estómago irritado. Ofrece líquidos claros en pequeñas cantidades a lo largo del día para evitar la deshidratación.

3. Dieta Suave, Siempre: Ante cualquier molestia, opta por alimentos blandos, cocidos, sin grasas ni irritantes. Piensa en arroz, patata, pollo a la plancha. ¡Menos es más!

4. El Estrés es Real: No subestimes el impacto emocional. Habla con tu hijo, asegúrale un ambiente tranquilo y busca formas de gestionar su ansiedad si crees que puede ser un factor.

5. No Dudes en Consultar: Si el dolor es intenso, persistente, o viene acompañado de fiebre alta, vómitos repetidos, sangre en heces o palidez extrema, busca atención médica de inmediato. Tu tranquilidad y la salud de tu hijo son lo primero.

Puntos Clave a Recordar

Para cerrar este capítulo, quiero que se lleven a casa estas ideas principales, grabadas a fuego en sus mentes y corazones. Primero, que un dolor de barriga en un niño, aunque frecuente, merece siempre nuestra atención. No es algo que debamos tomar a la ligera o ignorar, pues el cuerpo de nuestros peques nos habla a través de esas señales. Segundo, la prevención es nuestra mejor aliada; una dieta equilibrada, una buena higiene y un ambiente emocionalmente estable son los pilares para estómagos felices. Y tercero, y quizás lo más importante, es que el pediatra es tu compañero indispensable en este viaje. Confía en su criterio, no te automediques y mantén una comunicación abierta. ¡Recuerda, tu amor y atención son el mejor remedio!

Preguntas Frecuentes (FAQ) 📖

P: or un lado, sí, esos alimentos procesados, las bebidas azucaradas con gas, las grasas en exceso, los picantes (¡aunque no lo creas, algunos peques los prueban y les sientan fatal!) y las comidas muy copiosas o a deshoras pueden irritar muchísimo su sensible mucosa gástrica. Pero, ¿sabías que el estrés también es un factor enorme? Sí, las preocupaciones por la escuela, los cambios en casa, la presión de los exámenes o incluso la ansiedad pueden manifestarse con un molesto dolor de estómago. Además, algunas infecciones, como la bacteria Helicobacter pylori, o el uso de ciertos medicamentos (antiinflamatorios, por ejemplo) sin el debido control médico, pueden ser los culpables. Es fascinante cómo todo se conecta, ¿verdad? Por eso, en mi casa, no solo miro la dieta, sino que intento entender el panorama completo de su día a día.Q3: Si sospecho que mi hijo tiene gastritis, ¿qué puedo hacer en casa para aliviarlo antes de ir al médico?
A3: Primero y lo más importante: ¡siempre consulta al pediatra! Es fundamental tener un diagnóstico profesional. Pero, mientras llega la hora de la cita o para esos primeros momentos de molestia, hay cositas que a mí me han funcionado de maravilla con los míos y que he visto recomendadas por muchos especialistas. Lo principal es una “dieta blanda” temporal: olvídate por unos días de fritos, picantes, cítricos, chocolate, cafeína y lácteos enteros. Opta por caldos suaves, arroz blanco cocido, pollo a la plancha sin piel, purés de verduras sin mucha grasa. Mantenerlo bien hidratado con agua o sueros orales es clave, pero a sorbos pequeños para no forzar su estomaguito. Asegúrate de que descanse bien, el reposo ayuda a que su cuerpo se recupere. Y un truco que aprendí y que siempre les da un poquito de confort: aplicar un pañito tibio en su barriguita.

R: ecuerda, estas son medidas de apoyo y para aliviar momentáneamente, no sustituyen bajo ningún concepto la visita al profesional de la salud.

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